miércoles, 8 de julio de 2009

2.- GANARSE EL PAN

Esto es un intento de continuar la fabulosa historia que comenzó a escribir Roca.. No sabía si publicarlo o no (juro que no es por hacerme la interesante, ni por falsa modestia) es porque dista mucho de su estupenda forma de escribir de Roca, y pierde bastante el hilo que en un principio tenía la historia, pero me he dicho... Publicalo, y si sale mal o tiene menos éxito que la portada de chiqui en la interviu... lo puedes quitar jajaja.. Aquí está el resultado...

Nunca había tenido miedo. Siempre me había considerado valiente y decidida… Hasta que de la noche a la mañana nos lo quitaron todo, especialmente nuestra infancia, y teníamos que crecer.

Forjaz era el lugar más apagado del mundo, quizás la gente lo viera acogedor, porque en Dun Morog siempre hacía frío, siempre nevaba…por eso no es de extrañar que la ciudad siempre estuviera llena de forasteros y mercaderes que venían de paso, y se resguardaban en los fuegos de esa ciudad… pero nosotros echábamos de menos la luz.

Nuestra primera noche en Forjaz fue un hervidero de emociones. La acogida de los enanos fue mucho mejor de lo que hubiéramos esperado.

Tras la solemne ceremonia que brindaron en nuestro honor, nos llevaron a la posada. Estábamos tan cansados que no nos costó nada dormirnos y eso que el ajetreo de los martillos y las chirriantes herraduras eran constante… Los habitantes de Forjaz nunca dormían.

A la mañana siguiente, un enano llamado Kroevic el impasible vino a buscarnos.
La amabilidad que habíamos encontrado la noche anterior se había esfumado como por arte de mágia… Ya no éramos niños… Por eso, no fue de extrañar que tuviéramos que ganarnos el sustento y la acogida que los enanos nos ofrecían… Ibamos a trabajar.

Nosotros no elegimos las profesiones, fueron ellas mas bien las que nos eligieron a nosotros. Al primero que se llevaron fue a Roca. Un gnomo llamado Manitas Mayor Mekkatorque iba a ser su mentor. Aprendería toda la ingeniería que pudiera, y más tarde, con los años… llegaría a ser un ingeniero estupendo-…
Admiraba la creatividad de Roca, y sobretodo su constancia. Podía pasarse horas y horas trabajando con muy poca comida en el estómago, y mucho sueño atrasado, pero siempre tenía el afán de superación. Era una maravilla ver como trasformaba el cuero y el metal en auténticos explosivos, yelmos acuáticos y… mucho más.

Recuerdo a Madeo, que no levantaba tres palmos del suelo, sosteniendo un pico de mineros… Por las noches, cuando nos reuníamos alrededor de la hoguera y nos contábamos las anécdotas del día… Nos parecía cómica la situación…Ver a Madeo siempre con la carita manchada…Unas veces por el hollín, y otras veces por los restos de la cena. Pero una cosa era segura… No había piedra que se le resistiera…Le encantaba clavar el pico en una piedra, pues nunca sabía que mineral o metal iba a aparecer debajo.

Ukas y yo, éramos más… no sé si vagos es la palabra adecuada jajaja… Él iba a convertirse en un herrero impresionante, el mejor que todo Azeroth hubiera visto jamás… Almenos eso era lo que siempre nos decía… pero en cuanto tenía un ratito, se escapaba a la biblioteca de Forjaz…
Le encantaba leer. Mas de una vez consiguió colarse en la sección de libros prohibidos y.. ‘tomar prestados’ áquellos que la liga de expedicionarios custodiaba con ahinco… él se colaba, se escurría como una lagartija entre los guardias, y se pasaba horas y horas leyendo, hasta que ya, rebentado, sus ojos le desplazaban al maravilloso mundo del sueño… Leía para evadirse de todo lo que estábamos viviendo… Lo que él no sabía es que muy pronto seríamos nosotros los que protagonizaríamos las historias que a él tanto le gustaban…

En cuanto a mi… Bueno, yo nunca pedí ser joyera… No entendía porque los avariciosos enanos y los codiciosos gnomos se empeñaban en que fabricara preciosos collares o anillos, que gente de mi status social jamás podría poseer… No… yo prefería visitar la caverna abandonada… el instructor de brujos siempre tenía buenos consejos para darme…

Hasta que no has visto con tus ojos el sufrimiento y la muerte de la gente que quieres, no sabes valorar las pequeñas cosas que satisfacen la vida… y quizás fue entonces, cuando nuestro destinó cambió… Cuando el maestro de armas, y los instructores nos vieron preparados… nuestra primera misión empezó.

Dos guerreros, un paladín y una bruja en potencia iban a ir a Gnomeran. Sabíamos que era arriesgado, pues aunque habíamos practicado tácticas de defensa y ataque, habíamos usado diversas armas: hachas de dos manos, dagas, bastones, espadas… Nunca lo habíamos puesto en práctica, al menos no con un enemigo de verdad.

continuara...

1 comentario:

  1. pues a mi me gusta....has dando un acelerón a la linea de arguemmento...y siempre podemos meter mas historias por el medio...nos has saltado de la niñez a la juventud en un texto que no es poco....pero siempre podremos hacer fhasback y contar historias dekl pasado...
    Madeo

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